Dentro de unas horas se acaba 2009. No cabe otra que hacer reflexión de lo que nos ha dejado el año que agoniza, al que le quedan, inexorablemente, pocas horas. Y, cómo no, es momento de reflexión.
2009 empezó mal. Nada que ver con cómo va a terminar. Poco a poco se fue enmendando. De las tres cosas que se suelen pedir (salud, dinero - traducido en recompensa al esfuerzo en mi caso - y amor), tan sólo ha faltado una. Los que me conocen saben a qué me refiero. Y no me quejo. Pocos pueden decir lo mismo, y menos que lo hayan tenido todo.
Y 2010 se presenta como un gran año. Consagración en las visitas al Carnaval con más arte del mundo, Riviera Maya en el horizonte, graduación (aunque hay un par pendientes por ahí)... y lo que es más importante, seguir avanzando en el golpe cuasi-letal que nos dio la vida. Esperemos que las promesas que trae el nuevo año, aun no concebido, no se queden únicamente en eso.
Feliz 2010.